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TRASOBARES

LA PALABRA DEL DÍA

CLIENTE

cliente

En la muy estratificada sociedad romana, cliens, clientis era aquel que estaba bajo la protección o la tutela de otro, a quien escuchaba, seguía y obedecía.

Este sentido ha cambiado en el castellano moderno; el comerciante, el banquero, el profesional universitario no ven en el cliente a alguien que les obedece humildemente, sino a una persona que los favorece porque paga sus mercaderías o servicios.

Sin embargo, la antigua denotación romana se mantiene aún hoy en la ciencia política, en cuyo marco se llama ‘clientes’ a los ciudadanos que acuden a los políticos en busca de favores, y ‘política clientelista’ a la que se basa en ese tipo de relación corrupta, en la que el político presta favores —empleos, ascensos o jubilaciones— a cambio de votos.

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RAMERA

ramera

Hacia fines de la Edad Media, era costumbre en España colgar un ramo en la puerta de las tabernas para indicar que no se trataba de viviendas particulares y llamar de esta manera la atención de los clientes. Las prostitutas, así como hoy ocultan sus negocios haciéndolos pasar por casas de masajes, en aquella época los disimulaban colgando en su puertas un ramo, como si se tratara de tabernas.

Por esa razón, las comadres empezaron a llamarlas rameras, una palabra que les sonaba más púdica que prostituta. Este vocablo aparece registrado por primera vez en español a finales del siglo xv, como, por ejemplo, en La Celestina (1499), de Fernando de Rojas:

Esta mujer es marcada ramera, según tú me dijiste, cuanto con ella te pasó has de creer que no carece de engaño. Sus ofrecimientos fueron falsos y no sé yo a qué fin. 

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SARRACENOS

sarracenos

Es el nombre de los habitantes del desierto, referido al Sahara, y se aplica también a quienes practican la religión islámica. La palabra usada en español, antes sarracín o sarracino, proviene del bajo latín sarraceni, que se deriva, a su vez, del griego tardío sarakenos, que es de origen desconocido, probablemente semítico. Etimólogos sajones vinculan sarakenos al árabe moderno sawariqa, plural de sariqí (oriental, levantino, del Este); Corominas poco se ocupa de este término; la Real Academia Española afirma en su Diccionario que la voz latina proviene del arameo rabínico sarq[iy]in, que significa ‘habitantes del desierto’, derivado de sraq (desierto), mientras otros creen que su origen radica en el árabe sarq (Este, lugar de salida del sol), con origen en el indoeuropeo srq, de idéntico significado.

En tiempos de las Cruzadas, ‘sarracenos’ o ‘sarracines’ eran los moros del Levante, que guerreaban contra los cristianos y eran enemigos, por tanto, de los cristianos españoles. Por esa razón, en la literatura ibérica los sarracenos aparecen endemoniados por la crueldad que se les atribuía.

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ABRIL

abril

Abril es el cuarto mes del año en el calendario gregoriano y uno de los cuatro con treinta días. Proviene del nombre latino aprilis, pero existen dudas con relación a su origen. Tradicionalmente se ha dicho que proviene del latín aperire (abrir), porque forma parte de la estación durante la cual las flores empiezan a ‘abrirse’ en el hemisferio Norte. Pero como los meses romanos se refieren, en general, a las divinidades, y como abril estaba consagrado a Venus, algunos han sugerido que el nombre de este mes podría haber sido originalmente aphrilis, como referencia a la Venus griega, Afrodita.

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TURIFERARIO

turiferario

Es el sacerdote o monaguillo encargado de llevar el incensario en una ceremonia religiosa o en una procesión. Recordemos que el incensario, también llamado turíbulo, es un aparato que, generalmente, se lleva colgado de tres finas cadenas y que porta en su interior una brasa para ir quemando el incienso y, de esta forma, aromatizar el ambiente. El incensario se usa en ceremonias católicas y es herencia de una tradición milenaria muy anterior al cristianismo.

La palabra turiferario proviene del griego thyein (agitarse, humear) y de thyos (ofrenda, incienso), voz que llegó al latín como turis (incienso), a partir de la cual se formó turiferario, con el añadido del elemento compositivo -foro, del latín fero (llevar, portar), tomado del griego phoréin, con el mismo significado. Turiferario fue incluido en el Diccionario de la Real Academia en la edición de 1784, que lo definía como «el acólito que lleva el incensario, y sirve el incienso en los oficios eclesiásticos». Turiferario existe también en italiano con la misma grafía; en francés, como thuriféraire; y en portugués, como turiferário.

El más famoso de los turíbulos, el de la catedral de Santiago de Compostela, llamado Botafumeiro, que es como se denomina al incensario en gallego, de botar (arrojar) y fumo (humo), pesa ochenta kilogramos y cuando lo balancean, alcanza una velocidad de hasta setenta kilómetros por hora.

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BÁRBARO

bárbaro

Proviene del griego barbaros, un vocablo de formación onomatopéyica usado para referirse a los extranjeros cuyas lenguas los griegos no entendían. Los griegos solían decir que los barbaros sólo sabían decir bar, bar, bar.

Más tarde, la palabra adquirió el sentido de ‘rudo’ o ‘no civilizado’, que fue trasmitido a las lenguas modernas.

La antropología enseña que este prejuicio de los griegos está presente en todas las civilizaciones, que ven como ‘extraño’ o ‘enemigo’ todo lo que es ajeno a ellas.

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CANARIO

canario

Muchos creen que las Islas Canarias deben su nombre al simpático pajarito cantor que los ornitólogos llaman Serinus canarius, oriundo de ese archipiélago español. Sin embargo, fue la canora avecilla la que tomó su nombre de las Islas y lo divulgó a las más variadas regiones del mundo. El primer registro que existe de la palabra canario en lengua española es de Fray Luis de Granada, hacia el año 1580. Como gentilicio, canario se aplica no sólo a los habitantes de las Islas sino también a los vecinos del departamento de Canelones, en el Uruguay.

Lo cierto es que el nombre de las Islas Canarias ya tenía unos 15 siglos de antigüedad en los tiempos de Fray Luis de Granada y no proviene del de ninguna ave, sino de un cuadrúpedo: el perro. En efecto, en el siglo i de nuestra era, Plinio el Viejo narró una visita a las islas del rey de Numidia, Juba II, quien se sorprendió por la gran cantidad de perros que allí había. El rey volvió a su tierra llevándose una pareja de estos perritos y, además, denominó a este lugar Insula Canaria, en latín, ‘Isla de los Canes’.

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EUROPA

Europa

Muchos siglos antes de designar al Viejo Continente, Europa fue el nombre de por lo menos cinco heroínas que conocemos a través de la mitología griega, la más célebre de las cuales fue la hija del rey fenicio Agenor. La bella adolescente Europa despertó una pasión incontenible en Zeus, quien la raptó y la llevó a la isla de Creta, la mayor del Egeo, donde ambos hicieron el amor bajo la sombra de unos plátanos, árboles que, en recuerdo de este romance, conquistaron el privilegio de no perder sus hojas. Del amor de Europa y Zeus nació Minos, quien un día sería rey de Creta. 

Como topónimo, Europa aparece por primera vez en un himno homérico a Apolo datado entre los siglos viii y xi antes de nuestra era, en el cual se designa con este nombre a una parte de la Grecia continental para diferenciarla del Peloponeso y de las islas del mar Egeo. En el siglo v antes de Cristo, Heródoto se refería a la amante de Zeus observando que «La fenicia Europa era asiática y jamás estuvo en la tierra que los griegos llaman ahora por su nombre». Por la misma época, Esquilo usaba este topónimo para designar las tierras que se extendían al oeste del Asia.

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ASIA

Asia

Cuando los griegos dieron nombre a este continente situado al este de Europa, se referían apenas a la región que posteriormente los romanos llamarían Asia Minor (Asia Menor), sin sospechar la extensión del continente ni la existencia de tierras tan remotas como Cipango (Japón) y Catay (China).

Para los griegos Asíe ('costa del reino de Lidia") era apenas aquella región que lindaba con lo desconocido, por donde el sol se asomaba cada mañana. Asíe se formó a partir del acadio asú (salida del sol).

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ÁFRICA

África

Los griegos dividían el mundo en tres partes: Europa, Asia y Libia. En esta división, que haría las delicias del coronel Gadafi, Libia abarcaba toda el área que los griegos conocían del continente negro. Sin embargo, en tiempos de Herodoto ya se distinguía entre Libia (aproximadamente con su territorio actual), Egipto y Etiopía, que eran las partes del continente conocidas por los europeos. Las dos primeras estaban habitadas por hombres blancos, mientras que Etiopía se describía como un ‘país de hombres de estirpe divina, de rostro quemado y profunda sabiduría’.

Según algunos geógrafos y etimólogos, el nombre actual África le habría sido dado al continente por los romanos, que lo tomaron del término Afri, nombre de un pueblo sobre el cual nada sabemos. Los conquistadores romanos llamaron Africa Vetus (África vieja) al territorio de Cartago, una vez que lo hubieron reducido a provincia, y Africa Nova (África nueva) a Numidia.

Finalmente, el comentarista romano Servio Honorato, quien estudió a Virgiliio en el siglo iv de nuestra era, planteó una hipótesis según la cual el nombre del continente provenía del latín aprica (soleado) o del griego aphrike (sin escalofríos).

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ARCANO

arcano

La literatura nos presenta numerosos ejemplos de secretos que permanecen escondidos durantes décadas en misteriosos cofres cerrados cuya llave está al alcance de muy pocas personas. Esta noción estaba muy extendida ya en tiempos del Imperio Romano, cuando la idea de secreto se vinculaba con la de arca o cofre, lo que dio lugar al surgimiento del sustantivo arcanus, -a, -um, que llegaría a nuestra lengua como arcano, sinónimo de ‘secreto’ u ‘oculto’.

Tito Livio decía arcana concilia (designios ocultos) y Virgilio, arcana fata (misteriosos destinos).

Un ejemplo del uso de arcano en español nos lo da Francisco Javier Clavijero, en su Historia antigua de México (1732):

Las que se hacían para adorno de los palacios eran perfectas; pero en otras, que contenían un sentido arcano, se veían ciertos caracteres y algunas figuras monstruosas y horribles.

El vocablo fue recogido por el Diccionario de la Academia Española desde su primera edición, de 1726. 

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CARNÉ

carné

Proviene del francés carnet, y éste del francés antiguo quernet (cuadernillo), así llamado porque la forma básica del cuaderno —del latín quaternio, -onis (cuádruple)— es una hoja de papel dividida en cuatro.

En castellano se utilizó la grafía francesa carnet hasta comienzos del siglo xix, como vemos en este trecho de El médico rural (1890), de Felipe Trigo:

Iba anotando la dosificación de los activos en un hojita del carnet y, frecuentemente, antes de recetar, la consultaba al disimulo. Así lograba bandearse, y nada mal hasta el presente.

A medida que avanzaba el siglo xx, se fue imponiendo la forma recomendada por la Academia Española: carné, según podemos observar en el siguiente texto del argentino Marco Denevi en su Manuel de historia (1985): 

La cabeza desapareció, volvió a aparecer, siempre en posición horizontal. Dice la señora que quién es usted. Sidney mostró el carné de tapas verdes y letras doradas que, con su nombre y su foto, lo acreditaba como adviser de la Secretaría para la Culturización.

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AMORTIGUAR

amortiguar

Esta palabra proviene de morir, que está en el español desde los orígenes del idioma, en el siglo x, derivada del latín mors, -tis (muerte) o, más probablemente, del latín vulgar morire.

En el Poema de Mio Cid ya aparece amortecerse, con el sentido de perder fuerza una cosa, como alguien que llega cerca de la muerte. Esa denotación se mantuvo en el español contemporáneo en amortiguar, que sólo apareció a partir del siglo XIII.

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EN CUCLILLAS

en cuclillas

Estar en cuclillas es, literalmente, adoptar la postura de una gallina clueca. Hacia la segunda mitad del siglo XVI se decía en cluquillas, y antes aún, se había dicho en cloquillas, derivado de clueca, por ser ésta la posición que adopta la gallina para empollar sus huevos.

El siguiente ejemplo de uso de una de las formas más antiguas pertenece a Vida del escudero Marcos Obregón (1587), de Vicente Espinel:

"Tornéme a mi rinconcillo -aunque no maniatado- y púseme en cluquillas las dos manos en el rostro y los codos en las rodillas, por que no me conociese el músico, pensando en mil cosas".

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TEATRO

teatro

El teatro moderno proviene de las realizaciones dramáticas de la antigua Grecia, que tuvieron su origen en las fiestas anuales del dios Dionisos, de las cuales hay documentos a partir del siglo VI a. de C. La primera obra crítica sobre literatura y teatro es la Poética (330 a. de C.) de Aristóteles, quien afirmaba que la tragedia griega se había originado en los ditirambos, que eran himnos corales en homenaje a Dionisos, en los que generalmente se contaba una historia. La tradición griega afirmaba que el director de un coro del siglo VI a. de C. habría creado el drama al separar por primera vez el personaje principal del resto del coro, con lo que abrió el camino a la entrada de otros actores y personajes.

La palabra teatro llegó a nosotros a partir del latín theatrum, proveniente del griego theatron, que a su vez se derivó del verbo theasthai (mirar, observar, contemplar).

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GASTRONOMÍA

gastronomía

Hablar de manjares refinados haciendo referencia al estómago, a los intestinos o al proceso digestivo no puede ser considerado de buen gusto; normalmente tendemos a disfrutar la buena comida sin pensar demasiado en lo que sucede en el organismo después de ingerirla.

Sin embargo, esto es lo que ocurre cuando hablamos de gastronomía, palabra que significa tanto ‘el arte de preparar una buena comida’ como ‘la afición a disfrutar los placeres de la buena mesa’.

El vocablo se formó como derivado culto del griego gaster, gastrós (vientre, estómago) ¯que también está presente en palabras como ‘gastroenteritis’, ‘gastroenterología’ y ‘gastritis’¯ con el elemento compositivo nomos (conjunto de reglas).

El etimólogo francés Albert Dauzat explica que el vocablo gastronomie surgió en esa lengua a partir de una obra publicada en 1622 con el título Gastronomie, por un poeta llamado Berchoux, de cuyo gusto literario se puede dudar, pero que al parecer era un amante de la buena comida y, según cuentan, un goloso empedernido.

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SUBLIME

sublime

El Diccionario nos dice que sublime significa ‘excelso, eminente, de elevación extraordinaria'. Sin embargo, al menos etimológicamente, se refiere a ‘aquello ‘que está más allá del umbral', lo que en el fondo no es demasiado diferente.

En efecto, la palabra está formada por el prefijo sub-, que en este caso significa ‘más allá' y limen, iminis (umbral).

Otra palabra de origen idéntico pero que siguió su propio rumbo es subliminal, que en Psicología se refiere a ‘aquello que está por debajo del límite de la conciencia'.

Se aplica especialmente a cierto tipo de publicidad que se exhibe en el cine o en la televisión durante centésimas de segundo, de tal forma que el mensaje es imperceptible para la conciencia del espectador, pero el subconsciente lo capta y las personas son inducidas, sin saberlo, a adquirir determinados productos o adoptar actitudes sugeridas por este sistema. 

Limen aparece en otras palabras de nuestra lengua, tales como ‘eliminar', de ex- (fuera) antepuesto a limen (literalmente, ‘poner fuera del umbral de la casa').

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ESTRENO

estreno

Los romanos solían hacer regalos de año nuevo, debido a su creencia de que esto les traería buena suerte. Los llamaban strena, palabra de origen sabino que luego sería acogida por el italiano como strenna, con el mismo significado. El vocablo llegaría al español en el siglo XIV en el sustantivo estrena, hoy estreno, con el significado de ‘dádiva o regalo’, del cual se derivó posteriormente estrenar, que inicialmente significaba ‘hacer un regalo’, pero que en la actualidad se utiliza más bien con el sentido de ‘usar algo por primera vez’ y ‘representar un espectáculo por primera vez’.

Algunos puristas sugieren que, en el caso de los espectáculos, se debe dar preferencia a estrenar sobre la palabra de origen francés debutar, aunque, como acabamos de ver, la primera es tan ‘extranjera’ como la segunda, con la única diferencia de que debutar llegó más recientemente a nuestra lengua.

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VILLANCICO

villancico 

En el latín vulgar hispánico, villanus era el habitante de una casa de campo, un labriego, y más adelante pasó a designar genéricamente a todos aquellos que no eran hidalgos, a los hombres de clase baja.

En cierta época, estos labriegos se llamaron villancicos o villancillos, nombres equivalentes al francés petit paysan. Las coplas navideñas que estos labriegos componían se llamaron primero `coplas de villancico´, pero en el Quijote (1605) el significado de villancico ya se había extendido, y limitado, a las propias coplas:

Olvidábaseme de decir como Grisóstomo, el difunto, fue grande hombre de componer coplas; tanto, que él hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos para el día de Dios, que los representaban los mozos de nuestro pueblo, y todos decían que eran por el cabo.

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TESTARUDO

testarudo

Muchos creen que es una palabra compuesta por ‘testa' (cabeza) y ‘rudo' o por ‘testa' y ‘duro' y, de hecho, en el habla popular cubana no es raro oír testaduro'. El vocablo proviene del antiguo tiesta (cabeza), más un sufijo que está presente en numerosas palabras catalanas y que parece haber sido tomado de ese idioma.

Sin embargo, la historia de las palabras no siempre es simple y lineal; en realidad, raramente lo es. En la formación de testarudo cuenta también la influencia de una de las acepciones de atestar: ‘llenar una cosa hueca apretando lo que se mete en ella', que a su vez deriva de uno de los antiguos significados de ‘tiesto': ‘tieso, duro, inflexible'. ‘Tiesto', que nos llegó del latín testum, también tenía por entonces su significado actual de ‘vasija de barro'.

Y con el tiempo, tal vez por la obstinación que se puede asociar al hecho de tener que apretar lo que se mete para lograr que entre en el recipiente, ‘atestar' pasó a significar también ‘obstinarse', como nos indica el Diccionario Histórico de J. de Pineda (1589). En el mismo diccionario, ‘atestado' figura como sinónimo de ‘testarudo'.

La palabra fue usada por Sancho Panza, en la segunda parte del Quijote, cuando dijo:

Yo soy del linage de los Panças, que todos son testarudos, y si vna vez dizen nones, nones han de ser, unque sean pares, a pesar de todo el mundo.

En cuanto a la palabra del bajo latín testa, fue usada en el siglo xiii por Berceo como tiesta, pero retornó a su forma original con Garcilaso (1535) y está en el origen de las palabras tête, en francés y testa en italiano y portugués.

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